sábado, 14 de mayo de 2011

RADICALES CONTRA EL ACUERDO

Decir que el Radicalismo se ha recuperado de una de las crisis más profundas de su historia no es novedad. Después del estallido de 2001, la sociedad -acaso injustamente- depositó todas las culpas en nuestro Partido y luego fue mucho más allá: condenó a toda la clase política argentina bajo el lema de “que se vayan todos”.
Afortunadamente, la madurez de esa sociedad a la que sin duda hemos contribuido en los albores de la recuperación democrática, hizo que la solución de los conflictos se busque en la institucionalidad de la república y no en otros ámbitos, como había ocurrido una y otra vez en el país.
Hoy, a diez años de aquellos días de profunda incertidumbre, el Radicalismo volvió a estar en la consideración de la gente. Varios factores contribuyeron a esto y lo cierto es que después de dos periodos de gobierno kirchnerista, nuestro Partido vuelve a ser alternativa.
Esa cercanía al poder produce, indefectiblemente, controversias en el seno interno respecto a los modos y mecanismos que se utilizarán de aquí en más para llegar a octubre con una base electoral extendida, que supere las fronteras radicales e involucre a otros sectores en las mismas filas.
Con candidato definido, con una propuesta en marcha y con la militancia dispuesta a iniciar una vez más el camino del esfuerzo, hoy la discusión se ha planteado en torno a las alianzas que se realizarán.
No debe existir en estos días, a lo largo y ancho del país, un radical que no opine sobre la posibilidad existente de acordar con el partido -si es que así se lo puede denominar- que lidera el Diputado Nacional Francisco De Narváez.
En realidad, cuando el camino se iba despejando y Ricardo Alfonsín se erigía como principal candidato capaz de disputarle la presidencia al oficialismo, desde las cúpulas dirigenciales se nos involucra en una discusión que promete calar hondo en el sentir de los radicales.
Por un lado las ideologías, las concepciones políticas y la rica historia partidaria; por el otro el pragmatismo, la visión puramente electoralista y la mirada fija en los fines, sin que importen los medios. Estas son las dos posturas que hoy aparecen enfrentadas entre unos y otros radicales.
En el Comité de la Unión Cívica Radical de Magdalena, a partir de una asamblea general de afiliados, por unanimidad de criterios se ha expresado el firme rechazo a la posibilidad de acordar con De Narváez.
Los motivos son varios, aunque el principal surge de la necesidad de defender la identidad de nuestros viejos radicales, de los jóvenes que se sumaron a las filas del partido desde las ideas y de los militantes que son los que día a día conversan con los vecinos de nuestro pueblo para conocer sus problemas y ofrecerles una alternativa de solución desde el Radicalismo.
Lógicamente, para llegar a la posición negativa también se han puesto sobre la mesa las experiencias anteriores en las que el Partido acordó con sectores política e ideológicamente antagónicos. Esas experiencias, tanto en el triunfo como en la derrota, han sido funestas para los radicales.
Lo cierto es que entre todas las opiniones vertidas en la asamblea, no se ha escuchado una sola voz que se acerque a la posibilidad del acuerdo planteado por las autoridades nacionales y provinciales. No se entiende muy bien cuál es el propósito, aunque se ha expresado con seguridad que sea como fuere el resultado de la elección general de octubre, las consecuencias para el propio Radicalismo serán nefastas.
Es por eso que desde nuestro humilde lugar, aquellos que nos quedamos en el Partido en sus peores épocas, aquellos que hemos defendido la identidad radical ante la avanzada hegemónica del kirchnerismo y aquellos jóvenes que se han sumado en estos tiempos, decimos rotundamente que no a este acuerdo con la derecha del peronismo residual.
No sabemos lo que ocurrirá finalmente. Lo que sí sabemos es que el día de mañana podremos mirar a nuestros vecinos con la frente alta, porque habremos cumplido con nuestro deber que no es más que ser coherentes con nuestras líneas de pensamiento progresista, socialdemócrata y popular que hoy se quiere traicionar.
Más allá de cómo se desarrollen los hechos y de cómo se nos impongan los armados de lista, los acuerdos y las alianzas, apoyaremos desde aquí a todo aquel candidato surgido de las entrañas de la militancia radical o bien a quienes provengan de estructuras ideológicamente similares como el Socialismo o el GEN.
A pesar de que la política de hoy tienda a manejarse más por las encuestas que por las ideas y más por los votos que por las convicciones, nosotros estamos convencidos de que respetando nuestra identidad y siendo coherentes con nuestra historia, contribuiremos a un Radicalismo mejor. No nos importa perder las elecciones, nos importa el futuro del partido.
Parafraseando a quien hace más de 120 años diera nacimiento a la Unión Cívica Radical, decimos que no aceptamos el acuerdo; somos radicales contra el acuerdo; somos radicales intransigentes. Y siguiendo con la línea de Leandro Alem, si alguien se incomoda con que seamos intransigentes, “aceptamos ese nombre con orgullo, porque no vamos a transigir con las ambiciones de los impacientes, ni hay quien pueda matar este espíritu que se llama Radical”.

Unión Cívica Radical Magdalena

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