domingo, 26 de julio de 2009

La Lucha Continúa: A 119° Años de la Revolución del Parque

  • El 26 de julio de 1890 el Cuartel de artillería “El Parque” (actual Plaza Lavalle) se fue llenando de gente, la mayor parte animosa y resuelta, que pedía armas y Jefes. La única prenda de uniforme con que se dotó a los flamantes soldados fueron unas "boinas blancas" adquiridas en un negocio cercano. El gobierno, por su parte, también celebró en el Retiro, de ocho a nueve de la mañana, un acuerdo con la presencia de todos los Ministros y del General Roca y el Doctor Pellegrini. En ese acuerdo, se decretó el estado de sitio y la movilización de la Guardia nacional y se resolvió que el General Levalle iniciara el ataque a la revolución. Así se formaron en breve tiempo de 30 a 40 piquetes de civiles o mixtos, diseminados unos pocos al norte y la mayor parte hacia el sur y el oeste. El 29 de julio a las 8 de la mañana del Valle concluyó las bases de la paz, en casa de Francisco Madero. Los caídos pueden calcularse en un número superior a los 250 muertos, y cerca de 100 heridos. Alem es el último cívico que sale del Parque de artillería. Ya es de noche cuando llega a la puerta de su casa en Cuyo 1752. Entra. Está solo. Ya no puede más.
  • Nuestro homenaje más certero y más justo es precisamente poner en claro lo auténtico del ideario que animó aquella gesta y especialmente la necesidad de actualización. Los revolucionarios del Parque encarnaron un sentimiento patriótico y democrático que anidaba en el pueblo argentino desde los orígenes mismos de nuestra nacionalidad, desde la guerra por nuestra emancipación nacional y los albores de nuestra vida independiente, desde las luchas por la organización constitucional y la integración federal definitiva de toda la Nación: la realización plena de la República Argentina en la absoluta vigencia de la Constitución Nacional, el sufragio limpio, la honradez administrativa y el federalismo.
  • Finalmente, digamos que Alem y los revolucionarios se constituyeron en constantes preconizadores de la moralización de la política. Hicieron de la ética su credo y de la austeridad su rito. El mismo Alem murió en la pobreza más absoluta luego de haber pasado dignamente por la función pública. Frente a ello es digno recordar aquella definición alemniana en cuanto a que de los cargos públicos debía salirse "con la frente alta y los bolsillos livianos".
  • He aquí el legado de la Revolución del 26 de julio de 1890. Nos dejaron sus ejemplos de lucha en la cruzada cívica por la vigencia real de la Constitución. Muchos de aquellos males contra los que Alem batalló sin descanso ni especulación hasta su última gota vida- el 1 de julio de 1896- siguen hoy en pie, a más de un siglo de esta gesta cívica, en abierto desafío a nuestra vocación intransigente.
  • Estas fechas son propicias para repensar el radicalismo, y entender al mismo, como un proyecto colectivo de continuidad histórica, que somos parte de un largo camino, de una travesía de 119 años que no puede ceñirse a destinos o proyectos individuales, ya que es mucho mas que eso.
  • Solo en esta concepción el radicalismo puede nuevamente vigorizarse, entendiendo que ha atravesado persecuciones, derrotas, rechazo temporal del electorado, pero ha llegado hasta aquí para dar muestras que todavía tiene mucho para darle al país, como le dieron aquellos valerosos cívicos en los cantones en esos días de julio de hace 119 años.
  • Es menester refirmar nuestro propósito y nuestro compromiso de continuar su lucha, de comulgar con sus mismos ideales, de no transar con todo aquello que no es digno de los argentinos, siguiendo su ejemplo indeleble para que nos anime en la encrucijada a que nos enfrentamos hoy como entonces.
  • Alem solía despedirse de sus amigos y partidarios en sus cartas con una frase "En continua lucha los saludo". En eso estamos.
  • Extracto de artículo realizado por la Juventud Radical de Magdalena

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